Mi vieja libreta de segundo de carrera está repleta de poemas, y como a Alize le gustó, ahí va otro, aunque son realmente pobres y malos:
No has dejado de ser Campanilla
con tu sonrisa a modo de varita
que levanta mi moral los lunes,
olvidas las tencas, prefieres atunes
Aunque a veces las horas me maten
yo te guardo todavía mi último baile
cuando no quede polvo por respirar
a los que olvidaron torpes, cómo soñar
Sabes que aprendí a jugar a los dardos
en mi número Cristo me deja sus clavos
para darle en el corazón a todo el odio
que matábamos en un rincón los dos solos
Mientras haya sangre en mis venas
y estas no se infecten de bacterias
serás esa roja libreta donde apunto
los lunes que no amarga el desayuno
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Nunca he distinguido menguante de creciente
ni he confiado en algún golpe de suerte
pero últimamente tengo ciertas esperanzas
que me ayudan a despertar por las mañanas
ya no llevo el corazón en una nevera
ni me entierro por debajo de tu tierra
si me salen los ojos de serpiente
que le jodan a los dados, que siempre mienten
son unos desconsiderados con carnet de alberguista
pasean por su cuerda floja, hurgan en las mochilas
desde que no les hago caso, ni les escucho
se han rendido y por dentro se creen difuntos
ya no clavan sus desdichas
en la cumbre de mis párpados
ni riegan con lágrimas
mis horas de descanso
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1 comentario:
Veo que las cuadrículas se contradicen con tu última entrada.
Se te ve más animado por aquí. Mejor.
Besicos de limón
P.D.: A mí me siguen gustando estos poemillas "pobres y malos"
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