lunes, 24 de septiembre de 2007

Los rencores se los guardas a los perros

Sugiere la mañana
por entre la persiana
que me quede en tu cuarto
para remolonear

buscando en tu espalda
esa serie de palabras
que me retengan un rato
entre tus sábanas

pero salgo corriendo
mientras ladran fieros
falangistas y perros
en la calle desatino

No es que no te haya querido
ni siquiera una fracción
de algún segundo invertido
desabrochando tu sujetador

ni que no me guste desayunar
con tu nombre en la cabeza
ese que trato de recordar
entre galleta y galleta

es que recuerdo unos labios
que la otra noche rechacé
por no alquilarle una fractura
a mis huesos por correr

y ahora añoro su tacto
meloso pero acervezado
no se como torpe huí
y acabé de nuevo aquí

Entre estas sábanas
corrosivas, desalmadas
que me escuecen al roce
y tu anónimo derroche

de halagos embaucadores
y esos los kilos de rencores
que ahorras en tu mesilla
por cada una de mis huídas

¿a quien echar las culpas de esto?
la responsabilidad de ser tan perro
será tuya por no mandarme al cuerno
cuando te limitas a besarme... y a decir eres un cerdo.

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